El odio racial
- Karina Sarmiento Torres
- 16 jul 2020
- 4 Min. de lectura

Un día al regresar a la casa en Brighton luego de las vacaciones de verano del 93, mi compañera de casa estaba viendo el noticiero. En el momento mismo en que yo entré a la sala, la foto de Ali Ibrahim salió en la pantalla, había sido asesinado la noche anterior. Me quedé paralizada, él era mi amigo. Había conocido a Ali en “la noche de salsa”. Casi todos los viernes nos veíamos allí los meses antes de mis vacaciones. A mí me encantaba bailar con Ali y conversar con él y sus amigos, todos ellos eran parte de la comunidad sudanesa en Brighton.
La noche de salsa de Brighton era un lugar muy especial, todos los viernes un amigo inglés y otro alemán organizaban este espacio. Allí llegamos muchas personas a quienes nos gustaba la salsa, casi siempre éramos lxs mismxs. Así que cuando Ali y sus amigos comenzaron a venir, pronto fueron parte del grupo. Como con la mayoría, no había mucha relación aparte de nuestros encuentros los viernes de salsa, excepto cuando me encontraba con uno de ellos a la salida del supermercado. Entonces, fuera quien fuera, dejaba lo que estaba haciendo y me ayudaba con la carga hasta la puerta de mi casa. Era algo increíble. Ali era especial, pues sabía de mi ignorancia sobre el mundo musulmán, sobre Sudán en particular, y me educaba. Ali debía regresar pronto a su país para casarse y volver con su esposa al Reino Unido. Eso ya no pasó.
Esa noche, cuando lo asesinaron, él regresaba a su casa y se encontró con un hombre borracho gritando palabras racistas, quien lo apuñaló. La ciudad no era violenta, de hecho, Brighton siempre fue como una especie de paraíso de la diversidad en el sur de Inglaterra, pero allí mismo ese horror pasó. En ese momento tuve consciencia de la brutalidad del racismo. A veces vives la diversidad como algo normal, sin tomar en cuenta que lastimosamente no lo es, que de hecho es importante recordarse a una misma que no lo es y reconocer la penosa lista de crímenes y acciones y aptitudes que han violentado la vida de las personas negras. Recordarla para recordarle a la humanidad los prejuicios presentes en nuestro día a día, siempre.
La muerte de Ali no fue la única por causas raciales en Reino Unido ese año, se contabilizaron al menos 4 muertes solo en el 93. No sé cuántas muertes más no reportadas como crimen racial pasaron ese año, lo cierto es que ese tipo de muertes no han parado. Veinte y siete años después la muerte de George Floyd sacudió al mundo. Aquí estamos poniendo el tema en el centro de la discusión y no porque no se haya tratado antes, sino simplemente porque el horror de este crimen en medio de esta pandemia y con un registro detallado de toda la secuencia, no tiene palabras, es solo indignación.
“Porque mientras que no se conozcan las contribuciones culturales, económicas, políticas y científicas que ha hecho la población afrodescendiente a la humanidad seguiremos siendo víctimas de la negación histórica de nuestros derechos”
Ya en 1965 se adoptó la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial y en el 2001 se adoptó por consenso la Declaración y el Programa de Acción de Durban. Esa fue la ruta que la comunidad internacional acordó para combatir el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia en el plano nacional, regional e internacional. Los años siguen pasando, se ha avanzado mucho pero mucho todavía sigue pendiente.
¿Cómo actuamos frente a la discriminación racial y étnica? ¿Has hecho alguna vez una desagradable comparación o chiste con el tema? Piénsalo bien, no se aceptan diminutivos para nombrar, no se aceptan comparaciones cargadas de prejuicio o trato de segunda clase o tercera o cargados de ninguna connotación clasista/peyorativa. No solo es el tema de Estados Unidos, piénsalo, está en tu comunidad, en tu vecindad, en las formas y los prejuicios, está en ti. Démonos un chance para aprender a hacerlo diferente. Escuchemos alto y fuerte las consignas de Estados Unidos y otros países europeos, pero sobre todo escuchemos las voces que están aquí a nuestro lado y pretendemos no escuchar, la voz de los pueblos negros, indígenas, campesinos y de todo aquel que pensamos diferente.
Hoy recuerdo la foto de Ali en la pantalla de televisión. No pude ir a su entierro. Luego la comunidad sudanesa se fue de Brighton. Ya no fueron a la salsa de los viernes, ni estaban a la salida del supermercado. Ya no estaban en la ciudad o tal vez, si estaban, pero dejaron de estar. No he vuelto a Brighton con suficiente tiempo para ver si las cosas han cambiado. En todo caso, Brighton guarda su reputación de ciudad cosmopolita y diversa, pero también lo era en el 93.
Te invito a ver este informe sobre CRISIS SANITARIA COVID-19: RACISMO Y XENOFOBIA DURANTE EL ESTADO DE ALARMA EN ESPAÑA donde participó como investigadora una querida amiga @Esther Mamadou.
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